El legado de Alberto
Incombustibles lágrimas siguen recorriendo mi gastado rostro al recordarte Alberto. Como un juguete roto siento, ahora como cuando falleciste en aquel terrible accidente, un profundo abismo en el corazón. El legado de aquella tragedia se ha convertido veinte cuatro meses después, y tras una necesaria catarsis, en amor sincero y en múltiples muestras de afecto hacia ti, hacia tu compañera, tus hijos y hacia toda tu familia. La Presencia de tu Ausencia hoy es más fuerte. Seguirá creciendo con fuerza y la mantendremos pura e intacta a pesar de aquellos carroñeros que han pretendido (y pretenden a día de hoy) utilizar tu nombre, tu talla personal y profesional, bordeando inmoralmente la legalidad y tu deseo y voluntad póstuma
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